Me marcho a la guerra, con calma serena pues no le tengo miedo a la muerte no me esconderé y la miraré de frente, por que mi guerra no es con ella.
Pañuelo de lágrimas en la despedida de mi dama, no lloréis vos por mi marcha pues volveré por lontananza al este de la comarca, remuérdame vos con mi lanza mi armadura mi escudo y mi espada en alza.
Mi rocín jamelgo blanco y flaco curtido en muchas batallas, una vez mas me acompaña con paso cansino, pues viejo está y las herraduras ya gasta, presto a esta batalla con eso nos basta.
Ya en el camino cientos de leguas recorreremos, en el sendero nos abasteceremos y a veces hasta descansaremos. A mi escudero el honor de un caballero, pues mas quisieran muchos el tenerlo, siempre fiel es mi compañero.
Mientras viajamos encontramos una posada, pedir de cenar me quedaba antes de entablar batalla. Entre copa y copa de vino peleón recuerdo a mi amor, con ternura me llevo el pañuelo de mi dama junto al corazón.
Se escapa un suspiro de amor solo de pensar en vos, mi dulce flor. No se si es el vino pero me envuelve una sensación calida de ardor, solo con pensar en las noches de pasión.
Ya de amanecida y con la frente alta me dirijo probablemente con la muerte, mis pensamientos se nublan, como el cielo encapota los nervios me agarrotan, mi mirada está rota.
Muertos por doquier sangre y desesperación llantos cúmulos de emoción, mi alma en vuelo arma presta una estocada ya queda menos cae el enemigo muerto al triste suelo.
Mis manos…ensangrentadas llevo conmigo las miradas de mis enemigos, en mi alma clavada, tormento y sufrimiento que gasto de vidas es lo que mas lamento.
Ya recogemos el triunfo es nuestro volvemos a casa, con la sensación vana de ver perder a muchos de los nuestros, valientes caballeros con corazón del ardor del guerrero.
Al fin voto a bríos estoy junto a mi amada año y medio pasaba de este maldito y horroroso sufrimiento. Otra vez…otra vez recogemos de nuevo volvemos a dar la vida por lo nuestro, es mi si no es mi destino mi amor mi corazón siempre estará contigo.
Pañuelo de lágrimas en la despedida de mi dama, no lloréis vos por mi marcha pues volveré por lontananza al este de la comarca, remuérdame vos con mi lanza mi armadura mi escudo y mi espada en alza.
Mi rocín jamelgo blanco y flaco curtido en muchas batallas, una vez mas me acompaña con paso cansino, pues viejo está y las herraduras ya gasta, presto a esta batalla con eso nos basta.
Ya en el camino cientos de leguas recorreremos, en el sendero nos abasteceremos y a veces hasta descansaremos. A mi escudero el honor de un caballero, pues mas quisieran muchos el tenerlo, siempre fiel es mi compañero.
Mientras viajamos encontramos una posada, pedir de cenar me quedaba antes de entablar batalla. Entre copa y copa de vino peleón recuerdo a mi amor, con ternura me llevo el pañuelo de mi dama junto al corazón.
Se escapa un suspiro de amor solo de pensar en vos, mi dulce flor. No se si es el vino pero me envuelve una sensación calida de ardor, solo con pensar en las noches de pasión.
Ya de amanecida y con la frente alta me dirijo probablemente con la muerte, mis pensamientos se nublan, como el cielo encapota los nervios me agarrotan, mi mirada está rota.
Muertos por doquier sangre y desesperación llantos cúmulos de emoción, mi alma en vuelo arma presta una estocada ya queda menos cae el enemigo muerto al triste suelo.
Mis manos…ensangrentadas llevo conmigo las miradas de mis enemigos, en mi alma clavada, tormento y sufrimiento que gasto de vidas es lo que mas lamento.
Ya recogemos el triunfo es nuestro volvemos a casa, con la sensación vana de ver perder a muchos de los nuestros, valientes caballeros con corazón del ardor del guerrero.
Al fin voto a bríos estoy junto a mi amada año y medio pasaba de este maldito y horroroso sufrimiento. Otra vez…otra vez recogemos de nuevo volvemos a dar la vida por lo nuestro, es mi si no es mi destino mi amor mi corazón siempre estará contigo.
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